Esta historia comienza siglos atrás, cuando las personas en Extremadura buscaban aves resistentes al clima extremo de la zona, con veranos calurosos e inviernos fríos. Así es como surgió la gallina extremeña, adaptada para prosperar en este entorno desafiante. Estas aves destacan por su apariencia única, con plumaje en tonos de grises y negro, y patas fuertes, ideales para la vida al aire libre.

Con el tiempo, la gallina extremeña se ha convertido en una raza apreciada no solo por su resistencia, sino también por la calidad de sus productos, especialmente sus huevos. Los agricultores locales han perfeccionado la cría de estas aves, mejorando características como la capacidad para poner huevos frescos y nutritivos. La gallina extremeña también ha sido parte importante de la economía local, contribuyendo no solo con alimentos esenciales, sino también fomentando prácticas agrícolas sostenibles en granjas y criaderos pequeños.

La historia de la gallina extremeña es un testimonio de la conexión profunda entre las comunidades locales y su entorno. A medida que la raza evolucionaba y se adaptaba, dejaba una huella indeleble en la cultura de Extremadura, convirtiéndose en un símbolo de tenacidad y resiliencia.

Esta historia se entrelaza con el pasado de Extremadura desde el siglo VIII hasta el XV. Durante este período, la región fue testigo de conflictos y cambios en las fronteras entre reinos peninsulares y territorios árabes. Antes de la unión del Reino de León con Castilla en 1230, los leoneses jugaron un papel crucial en la conquista y repoblación de Extremadura. La presencia de la Orden del Temple también marcó la región, y la creación de La Mesta en 1273 influyó en la trashumancia y las rutas de pastoreo.

Es durante estos tiempos que la gallina «Extremeña Azul» comenzó a tomar forma. Posiblemente influenciada por los Templarios y sus conexiones a través del Camino de Santiago, esta raza se desarrolló como un símbolo de resistencia y adaptabilidad al entorno extremo de Extremadura. A medida que la historia avanzaba, la gallina «Extremeña Azul» enfrentó nuevos desafíos.

En el siglo XX, la avicultura industrial amenazó su existencia, relegándola a áreas adyacentes a la Vía de la Plata y las Cañadas Leonesa Oriental y Occidental. Sin embargo, en 1991, la Junta de Extremadura inició un programa de recuperación para salvar esta raza única. Avicultores, instituciones y la creación de la Asociación de Criadores de Gallinas de Raza Extremeña Azul (ACGEXA) se unieron para preservar este tesoro del patrimonio avícola.

Hoy en día, las gallinas extremeñas continúan su danza en el tiempo, recordándonos la profunda conexión entre el patrimonio agrícola, la identidad cultural y las comunidades locales de Extremadura. La historia de estas aves es una celebración de la resistencia, la adaptabilidad y la colaboración humana para preservar y apreciar una parte esencial de la herencia de la región.